Danza objetual (obra en proceso) de Rosario Romero

Danza objetual (obra en proceso) de Rosario Romero

Intérprete: Rosario Romero

Fecha del proceso: mayo 2011- abril 2012

 “la memoria y la intención (que postulan el pasado y el futuro) y la intuición (que indica el eterno presente) se funden. La improvisación se llama también extemporización, que significa a la vez “fuera del tiempo” y “desde el tiempo”   “Free play”  Stephen Nachmanovitch.

Para mí hablar de procesos creativos es hablar, en un primer momento, de estímulos que pueden ser físicos-sensoriales o conceptuales-intelectuales. En esta pieza, el motor inicial fue la convocatoria del programa Jóvenes Creadores 2011 y el estímulo a trabajar fue la ansiedad mediante un objeto que lo representará: el “plástico”. Desde mayo de 2011 el proyecto se ha modificado ampliamente,  considero que ha sido un proceso abierto en donde el estímulo y el motivo coreográfico han tenido varios puntos de inflexión,  y que en algunas ocasiones el proceso se ha visto interferido por los tiempos de mi actividad docente.

La elección del objeto en un principio, fue por la idea de abordar la ansiedad y el interés en los cambios fisiológicos que ésta emoción genera, y comenzó con una extensa investigación teórica en el campo psicológico-bioquímico, así como de imágenes relacionadas con el objeto. ¿Por qué plásticos? tiene que ver con la sensación de asfixia a la que me remite porque de niña padecí asma, sin embargo después de empezar a trabajar en las improvisaciones, el objeto por sí mismo me brindó un abanico de formas y texturas, que cambió por completo el rumbo de la experimentación, que ya consideré que ésta nueva ruta me permitía escapar de un espacio narrativo o de representación.

El tratamiento en las categorías temporales, es algo que me ha interesado desde hace años explorando con obras que se crean, se ejecutan y se muestran en un mismo momento, y que como intérprete me han permitido vivenciar un estado que no deja “dar por hecho”. A este estado le llamo extemporización, y según Nachmanovitch significa en una sola palabra “desde y fuera” del tiempo, este concepto fue el que me llevó a las preguntas esenciales para crear Danza objetual:

¿Cómo reconciliar la espontaneidad del tiempo presente con la repetición, que hace uso de la memoria remitiendo al tiempo pasado, así como con la precisión que implica la amenaza del tiempo futuro?

¿Cómo lograr una pieza con estructura coreográfica definida, pero que permita al intérprete permanecer en un estado de extemporización?

Como se trata de una obra en proceso sólo puedo postular teóricamente una serie de hipótesis que tendré que confirmar en la praxis. Pienso crear una estructura coreográfica capaz de incluir elementos constantes, pero también otros de carácter variable que al integrarse den origen a un ecosistema de interpretación complejo. A grosso modo, dentro de las constantes se contemplan las secuencias coreográficas estructuradas desde lo que llamo dramaturgia del sonido, y dentro de las variables incluyo los retos físicos que genera el inestable trabajo con el plástico y algunas decisiones que puedan tomar en tiempo real los intérpretes de audio y video.

Hasta ahora he trabajado con material propio sin traducirlo a otro bailarín, ya que me permite rescatar fielmente el impulso original de donde surgió el movimiento, sin embargo pienso que sólo teniendo la posibilidad para modificar a conciencia estas secuencias, trazos o movimientos puedo regresar a un estado de extemporización. Para apoyar lo anterior, estoy  trabajando con sonido e imagen que acompañan  la pieza del mismo modo, es decir, con piezas que puedan interpretarse en tiempo real permitiendo modificaciones, pero también detonando cambios en el intérprete. Para mi esta inmediatez le permite a la obra mantenerse viva, apegándose a la naturaleza cambiante del intérprete, del espacio y del espectador.

Me interesa consolidar en un futuro próximo una visión que promueva una nueva interpretación de la relación intérprete-tiempo como herramienta coreográfica, donde el intérprete escénico pueda ser detonador de paisajes sonoros y generador de pulsos musicales o melodías visuales y no solo  un seguidor o perseguidor  de una pieza musical o un video inamovible que representen una guía cerrada.

Para transitar por esta ruta de investigación en donde el intérprete es generador, estoy experimentando con un material llamado poliburbujas, utilizándolo como cobertura del piso para generar sonidos (en los cambios de peso, giros, caídas, etc.) pero también me lleva a experimentar con otro tipo de movimientos que generen silencio. Otra forma de exploración ha sido el plástico como contenedor, ya que me encuentro completamente envuelta en una bolsa de plástico y genera otra calidad tímbrica menos explosiva. Esto me ha llevado a una de las pautas coreográficas principales de Danza objetual, que es trabajar con la relación movimiento-sonido y movimiento-silencio, de manera que se aborda la estructura coreográfica como una partitura musical, explorando lo que yo llamo la dramaturgia del sonido.

En resumen hasta hoy, la coreografía está pensada como una pieza audiovisual y la creación a partir del plástico ha dado paso a su propio lenguaje, un lenguaje que no es tradicionalmente dancístico, ya que no busca inscribirse en ningún estilo de movimiento determinado y que investiga al cuerpo como generador de sonido y al movimiento en términos de dinámicas referentes a las cualidades físicas del plástico. Tampoco se trata de un lenguaje teatral, ya que busca transmitir la emoción de ansiedad desde una violencia visual, y no desde el gesto o el texto.  La obra busca así, instalarse dentro de lo que Deleuze llama la “lógica de la sensación”, proponiendo una escritura que se desarticula, que tiene hambre y sed de una nueva semántica por el lado de los sentidos, que crea un impacto que es inmediato, que logra escapar a las coordenadas de significación. Con el objetivo de mostrar que el sistema de enunciación de la obra, no pretende explicar ni entender, sino mostrar la sensación.

En otros temas, la relación entre forma y contenido es una constante que me ha generado muchas reflexiones desde el principio de mi trabajo artístico como intérprete. Y se ha vuelto una duda que lejos de despejarse en mi trabajo coreográfico, se acrecienta. Por mucho tiempo estuve aburrida de las formas de movimiento tradicionales que utiliza la danza moderna y llegué a pensar que solo era importante el contenido, después me acerqué a las formas de danza posmoderna porque pensaba que escapaban a la forma ya que se generaban desde la honestidad del impulso. Pero después me di cuenta, que no hay nada que se escape a la forma, por lo que ésta se vuelve de gran  importancia y la pregunta importante ahora es ¿cómo ser congruente entre la forma y el contenido?

Para esta pieza, el contenido no ha seguido una trayectoria lineal y objetiva desde un principio sino que se ha ido tropezando, en un sentido positivo, con diferentes contenidos que se van complementando. Se podría decir que después de la investigación teórica referente a la ansiedad y conjuntamente con las improvisaciones (con diferentes tipos y usos del plástico) se han ido afianzando una serie de conceptos. Después de estar atorada tratando de generar movimiento a partir de la temática de “ansiedad” sin resultados que me convencieran,  hice un análisis entre la denotación que el plástico tiene como contenedor (de basura, comestibles, cuerpos inertes, etc.) y la connotación que sugiere al volverse escénico y descontextualizar la imagen, así como con el movimiento generado desde la textura sonora y la estructura realizada desde la dramaturgia del sonido. Que poco a poco, me han ido llevando a contenidos que sólo “sugieren” la ansiedad y que se sostienen en la sensación visual.

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